1. El novelista que no sueña con la cubierta del libro que está escribiendo habrá completado su educación sentimental, será maduro, pero también habrá perdido la inocencia que le convierte en escritor.

2. Todas las grandes experiencias y placeres de la lectura se mezclan luego en nuestra memoria con las cubiertas de los libros.

3. Necesitamos más lectores que compren libros por las cubiertas y más críticos que no desprecien los libros escritos para esos mismos lectores.

4. Mostrar de manera detallada en la cubierta el rostro de los personajes es un ataque inaceptable a la imaginación del lector y del autor.

5. El diseñador que prepara una cubierta roja y negra para Rojo y negro, que la imagen de una casa azul en La casa azul o de un castillo en El castillo, da la impresión de que, más que respetar el libro, no se lo ha leído.

6. Si años más tarde nos encontramos por casualidad con la cubierta de un libro que hemos leído, esta se convierte en un emblema que rápidamente nos recuerda el mundo del libro y que en un momento ya pasado de nuestras vidas nos introdujimos en dicho mundo mientras estábamos sentados en un rincón.

7. Las cubiertas de los libros tienen la función de servir como señal del paso entre el mundo del libro y el mundo vulgar en el que vivimos.

8. Lo que atrae de una librería, lo que la anima y enriquece no es la variedad de libros, sino de cubiertas.

9. En nuestra mente, los títulos de los libros son como los nombres de las personas: sirven para distinguir un libro de millones que se le parecen. Las cubiertas de los libros se parecen a las caras de las personas: o bien nos recuerdan con toda su fuerza un momento de felicidad que hemos vivido, o bien nos prometen un universo feliz que no conocemos. Por eso miramos las cubiertas de los libros con la misma pasión con que miramos las caras de las personas.


Orhan Pamuk