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La belleza de las despedidas

¿Por qué nos cuesta tanto tocar a nuestros muertos? Yohiro Takita explora ese mundo vetado en una catártica película de aprendizaje y revelación

Publicado: 2013-05-13
Daigo Kobayashi es un joven violonchelista que decide volver a su cuidad natal cuando pierde su empleo en una orquesta de música clásica de Tokio. Ya no hay asistentes, ya no hay dinero, y Kobayashi debe afrontar las consecuencias del desinterés cultural. Varado en la metrópoli que frustró sus sueños, Kabayashi decide desprenderse de su violonchelo y volver a la ciudad donde creció en compañía de Mika, una joven y bella esposa de rostro anime y mirada alegre. Una vez allí deberá conseguir un nuevo empleo. Una vez allí conseguirá un nuevo empleo. Y comenzará su peregrinación.   

Yohiro Takita, director japonés iniciado en el cine erótico con títulos como "Violación sucesiva" o "Inspeccionando tu ropa interior", nos entrega una película viaje-catártica que expone nuestros sentimientos más ásperos y repulsivos frente a la muerte para sensibilizarlos al final en una sinfonía de belleza y arte. Y es que el espectador tendrá que aprender como Kobayashi la profundidad y armonía de los muertos dado su nuevo empleo, una práctica llamada nokan que consiste en limpiar los cadáveres para arroparlos, maquillarlos y meterlos en el ataúd con el fin de despedirlos con la imagen más bella que podamos guardar de sus rostros.   

Takita toca varios temas en su película "Despedidas" desde diversos grados y aristas, que van desde la sutil crítica del desinterés cultural de una urbe como Tokio (los pocos asistentes a los conciertos de música clásica, por ejemplo), pasando por el poder del dinero como agente modelador de los comportamientos y rutinas de los hombres (Kobayashi se resiste en un comienzo a practicar el nokan pero la gran cantidad de dinero que recibe por sesión lo insta a seguir), hasta la crítica más visible y visceral de la película: la repulsión que aún mantiene la sociedad japonesa con relación a sus propios muertos (Kobayashi sufre la mirada inquisidora y la discriminación social de su familia y amigos cuando se enteran a qué se dedica realmente). Todo a un ritmo notable entre lo humorístico y lo dramático, entre la risa y la compasión, características tan arraigadas en el cine oriental.   

El gran logro de Takita está en exorcizar esa repulsión natural del ser humano contra la muerte que ha sido exacerbada durante tanto tiempo por patrones y capas socioculturales. Takita limpia el velo del miedo y el asco hacia el contacto físico y la animadversión visual del cuerpo inanimado, reconcilia y acorta las distancias entre lo vivo y lo muerto hasta hacerlos confluir en una contemplación existencial y artística. Los espectadores nos sumergimos en el proceso de pureza interior de Kobayashi porque nos identificamos con él, entendemos su reacción y su peregrinaje hacia tierras extrañas. Al final, tanto él como nosotros nos damos cuenta de la magnitud y el enorme significado metafísico de despedir a nuestros muertos, de comprender que la muerte es una parte muy importante de nuestra vida cotidiana y que solo a través de ese rito de contemplación podemos encontrar el equilibrio del presente.

Escrito por

Edwin Chávez

(Post)estructuralista, narrador sci-fi, cuentista metaliterario, pixel-prototipeador, {css: lover}, poeta [01]nario.


Publicado en

Sala de espera

"Yo no cometía el error elemental de mezclar al hombre con su obra, pero todo escritor sabe que la verdad está en la ficción". Martin Amis