El pastor tiene 58 años y un aspecto alargado y bigotes frondosos. Tiene 50 fieles y pasea por el jardín de su iglesia con una pistola calibre 40 pegada a la cintura. Toda la prensa está pendiente de él. El presidente Obama ha pedido que recapacite sobre su delirante decisión. Hilary Clinton le ha atribuido de vergonzoso su proyecto. El Vaticano ha calificado de grave y escandaloso y ultraje lo que quiere llevar a cabo. Y la Interpol ha enviado una advertencia a 188 países por las reacciones violentas que ocurrirán tras la quema de ejemplares del Corán este 11 de setiembre.

¿Pero quién es Terry Jones, este antimusulmán que está causando un revuelo político y religioso a nivel mundial?

Se sabe que trabajó como gerente de un hotel y que en los ochenta se trasladó a Alemania para ingresar a la comunidad religiosa de Colonia. Allí dirigió una parroquia de más de 1000 fieles y administró un negocio de ventas de muebles comprados en eBay. Fue culpado de administrar los fondos de la iglesia para gastos personales y en 1996 volvió a Estados Unidos. De un momento a otro sustituyó al fundador de una pequeña iglesia de Florida y desde entonces se ha convertido en su mayor guía espiritual. Es fan de Braveheart, película protagonizada por Mel Gibson, y ha escrito incluso un libro titulado "El islam es el diablo".

Desde el 2002, tras los atentados del 11 de setiembre, viene predicando sobre los peligrosos que representa el Islam para la sociedad americana. Y esta vez ha decidido ir más lejos. Ha proclamado el 11 de este mes como el día internacional de la quema del Corán. Ha recibido el repudio no solo de las personalidades más importantes de su país sino del resto del mundo. Pero no hay ninguna ley que pueda detener su loco proyecto. Solo el Departamento de Bomberos le ha denegado el permiso de realizar la fogata. Pero violar esta ordenanza solo le acarreará una multa que sus 50 fieles no se molestarán en pagar.

Jones ha dicho que tiene que mandar un mensaje claro a los islamistas y que quemarán varios ejemplares del Corán. "Lo vamos a hacer", repitió, "claro que sí". El fiscal general del Estado, Eric Holder, ha dicho que quien recurre a una hoguera es un idiota, pero no por ello deja de ser peligroso.

Locura y peligro.

Una combinación letal que los americanos aún afrontan cada vez que se acerca el otoño.